segunda-feira, 6 de abril de 2009

Mis divagues


Cuando entré en el Laberinto no podía imaginar el tamaño de las dificultades que iría a enfrentar. Sabía, sí, que serían muchas. Pero no tenía noción de sus dimensiones. Fieras enormes de garras afiladas: la inseguridad y el miedo. Los agujeros en el camino, y con ellos las tantas caídas... Los tropezones que dejaron cicatrices por todo el cuerpo, las más profundas en el ego. Vaivenes en el alma, hematomas en la piel. Todo bien, el tiempo se encargará de curar todas esas heridas... Sé que quedarán marcas, infelizmente, pero espero que ese mismo tiempo las aclare y las haga casi imperceptibles. Sólo recuerdos dolorosos que ya no deben persuadirme. Siempre tuve, aún, la seguridad del hilo que me conectaba al mundo allá fuera. Pero anduve perdiendo su punta y quedaron sin dirección aquí dentro. Traidora caverna, sus paredes me confunden. Sin saber cual rumbo tomar, ando sin destino. Sólo usted, Teseo, mi Teseo, me mantiene segura. Grito por ti y tu voz me guía. Te encuentro y consigo volver a respirar. Me cargas en tus brazos y me llevas a un refugio dentro de esa oscuridad...eres fundamental para que yo me encuentre a mí misma dentro de ese laberinto infinito. Contigo soy invencible, renuevo mis fuerzas para combatir a los enemigos. Soy capaz de juntar coraje para enfrentar al Minotauro...

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