domingo, 3 de maio de 2009

Maestros de la Fotografía (parte II)


Lucinda Devlin

Todas estas máquinas de matar protagonizan el trabajo realizado por la fotógrafa norteamericana Lucinda Devlin, 54 años -una de las profesionales más galardonadas en su país-, que entre 1991 y 1998 visitó la treintena de prisiones donde están instaladas. Fruto de este trabajo nació una exposición itinerante y un libro, The Omega Suites, en el que denuncia sutilmente el refinamiento que la boyante industria de la muerte legal ha alcanzado en Estados Unidos.

"Lo que yo opine sobre la pena de muerte no es parte de mi trabajo. Creo que las imágenes hablan por sí solas", asegura Devlin cuando la insisten sobre la eterna polémica que genera la más dura de las leyes humanas. Y sabe de lo que habla. Por algo vive en Mississippi, en el Sur, que es donde más se ejecuta. A primera vista, las fotografías parecen sacadas de un siniestro folleto para promocionar unos métodos de ejecución antisépticos, efectivos y contundentes, Made in USA, totalmente alejados de la parafernalia gótica encumbrada por la Inquisición. Como si se tratase de un catálogo de tractores o puentes móviles. Todo un paseo por la factoría más nauseabunda que existe.

Las fotos enfatizan la presencia de la máquina frente a la ausencia deliberada de protagonistas humanos. No hay ojos, ni miradas, ni muecas. La luz está muy cuidada, los colores muy contrastados, no hay enfoque periodístico, no hay movimiento, no hay vida... Sólo unos escenarios inmaculados y silenciosos que emanan un aura indetectable de muerte que inquietan al espectador haciéndole reflexionar sobre la indescriptible dureza de los últimos momentos del ajusticiado. Es particularmente grotesca la imagen de una silla eléctrica pintada de amarillo, o la de los teléfonos antiguos esperando la llamada salvadora de última hora, o la de la cortina a punto de cerrarse sobre la cámara de ejecución. Es también patética la visión del cadalso -madera antigua, humedecida por el tiempo- en contraste con la de la camilla levantada donde el reo es atado con los brazos en cruz antes de recibir la inyección letal ya tumbado, para morir como Dios manda...

En definitiva, Devlin nos transporta a un mundo donde los sentimientos son torturados por la propia limpieza de la muerte.

Lucinda Devlin prefiere concentrar su objetivo en espacios interiores de uso público que se convierten en privados de a ratitos: habitaciones de hoteles alojamiento, camas solares, discotecas. Y logra imágenes lisérgicas, con colores a punto de estallar, de lugares que, asegura, ella no modifica ni un poquito. Lucinda viene, en realidad, trabajando desde hace más de diez años en la serie "Territorios de placer".
Ya pasaron diez años desde que Doug Hall comenzó a retratar la arquitectura y los espacios de Europa, Estados Unidos y Asia con una cámara de gran formato, cosa de lograr un registro más amplio de la "realidad objetiva". Las imágenes que fue encontrando en su paso por Japón son, cuanto menos, inquietantes: cualquier afán iluminista de triunfo sobre la naturaleza se queda corto ante, por citar una obra al azar, "Shinjuku Sur Atardecer temprano", la entrada de un shopping digno de oscuras fantasías futuristas. La desigualdad inmensa entre el pequeño mercado tradicional con vendedores aún más tradicionales y la ciudad, apenas lejana, demasiado visible, desmienten la burda idea de que allí todo es tecnología y buen pasar. Porque sí, están los que disfrutan de un día ocioso seguro en la playa artificial (piso de plástico, olas simuladas, ¡reposeras numeradas y en hilera, como en el teatro!), pero también los que viven en chozas que flotan sobre balsas por ríos poco elegantes.




Ray Metzker


Maestro de la oscuridad y de los paisajes urbanos, Ray Metzker transformó con su obra en los años ‘60 la fotografía en blanco y negro. Nacido en Milwaukee, Wisconsin, en 1931, tuvo su primera cámara a los 12, prestó servicio en la guerra de Corea y a su regreso estudió en el Instituto de Diseño de Chicago con Harry Callahan y Aaron Siskind. Hacia 1962 ya se dedicaba a la docencia –que ejerció en Filadelfia, en Nuevo México y en Chicago–, y desde aquella época hasta mediados de los ‘80 centró su obra en imágenes urbanas y texturas experimentales a las que él mismo dio en llamar “Pictus”: “El objeto está cerca, así que atrae mi atención, pero se encuentra fuera de foco, por lo tanto me repele”.


Algunos críticos definen su estilo, su marca, como un juego entre la abstracción y la representación expresado en sus figuras sumergidas en sombras profundas y atravesadas por haces de luz y un patrón geométrico que convertiría cada escena en un brillante paisaje cubista.
A lo largo de los últimos veinte años realizó varias series fotográficas en exteriores de Carolina del Norte, Kentucky, Utah y nuevamente en Filadelfia, instalándose por largos períodos en cada lugar.


Larry Sultan

Nace en 1946, en Nueva York. Es profesor del California College of Art; explora críticamente las ideas que se tienen sobre la vida y el trabajo en los suburbios cercanos a Hollywood. Aquel resulta ser el lugar donde se produce y filma el 80% de las películas pornográficas de los EUA. Las tomas para The Valley se hicieron entre 1998 y 2003 en una centena de distintas locaciones para películas de la industria del entretenimiento para adultos. Es una mirada al sesgo en el Valle de San Fernando, no lejos de los grandes estudios, proximidad que explica la fisonomía y bondades anatómicas del “talento” actoral. Sin embargo, aquí no hay grandes sets que copien universos exóticos, aquí se trata de hacer realidad la fantasía donde ésta se genera: en los hogares de clase media reconocibles por el mercado como “su” contexto. Donde la apuesta de la pornografía es por la inmediatez y la transparencia en el mensaje, Sultan compone imágenes misteriosas cuyo trasfondo pareciera hablar de muchos otros temas excepto aquél que resulta obvio. Agrega a este halo peculiar de la obra del californiano el hecho de que sabiendo que se trata de fotografías sobre la puesta en escena y ocurriendo durante la filmación de películas ‘porno’, ahí no hay genitalia expuesta. Las suyas son fotografías preciosistas que invitan a la contemplación, no surten el efecto que el porno supone, y evalúan de manera crítica qué entiende el norteamericano promedio por familia, hogar, decencia, etc.

The Valley (1998-2003)


Practicing Golf Swing (1988)

Picures from home (2002)


Set of Seduction (2000)

Sultan se pregunta si de verdad la sociedad moderna crea familias idénticas en casas genéricas, o si los dramas unidimensionales que nos imaginamos no son tan banales y aburridos como un día más en la locación de una película XXX. Lo que hay en esas fotos es el sueño americano expuesto como farsa y contemplación desensibilizada por el consumo, el aburrimiento y el cansancio. En estas fotos vemos un documental sobre el género del “Hardcore action” pero no hay genitalia representada...


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